EL REGALO DEL NIÑO DIOS:
Esta
conversación ocurrió entre mi vecinito “Luis”, un adolescente de 13-14 años, con cuerpo de grandote, que vive cómodo, en una casa que está
decorada de navidad desde la primera semana de noviembre, que estudia en un colegio privado en el
centro histórico de la ciudad, y
“Jaime”, un niño de 10 años, cuya voz aguda y corta estatura le hacen
parecer de ocho años, que no tiene decorada su casa de navidad porque en la
temporada invernal se inundó y puede volver a ocurrir en cualquier momento, y
que está ubicada en uno de los barrios
más pobres de mi ciudad, que iba y venía todos los días durante sus vacaciones
con unas chancletas porque no tenía zapatos (ya tiene) y por supuesto estudia
en un colegio del estado.
“L”:
¿qué le pediste al niño DIOS?
“J”:
nada
“L”:
¿por qué?
“J”:
porque no
“L”:
¿no quieres nada?
“J”:
no
“L”:
eso es raro…
No
escuché más, no necesité oír nada más, tal vez es que “Luis” no siguió
preguntando, tal vez entendió que no todos
los niños pequeños creen que el niño DIOS va a traer algún regalo,
precisamente porque no trae ninguno, o pudo ser que el mismo “Jaime” se encargó
de explicarle, pero no lo creo porque es de pocas palabras. Para mí fue muy
difícil asimilar el momento, yo sí creí en el niño DIOS y durante mi infancia
hice carta y siempre recibí regalos, hasta que espiando, mi hermana y yo,
descubrimos a nuestra madre colocando amorosa los regalos en nuestras camas,
con total sigilo para no despertarnos.
En
mi turno como madre, mi luz oscura y yo optamos por no decirle a nuestros hijos
que el niño DIOS les traía regalos, siempre les dijimos que nos ayudaba para
que los pudiésemos comprar, pero los amigos, la televisión, y el hecho de que
ellos los encontraban siempre debajo del árbol sin notar cuándo eran colocados
ahí, hicieron que su imaginación construyera la siguiente versión:
“mami
– dijo el más pequeño - ya sé cómo llegan los regalos a la casa (aún ahora
preguntan cómo lográbamos colocarlos sin que ellos se dieran cuenta), el niño
DIOS los ayuda a ustedes a comprarlos, ustedes se los dan a Santa y él los trae
empacados en la navidad”
A
mí me pareció tan mágico y lo vi tan ilusionado que no lo saqué de su error, y
le dije que yo no sabía bien cómo ocurría, que yo nunca había visto quién era,
pero que seguro era algo parecido a como él lo pensaba. Con eso quedó contento,
y yo también.
Afortunadamente
para el mágico corazón de mi pequeño hijo siempre logramos comprar los regalos,
siempre pudimos esconder la caja que llena de juguetes y hermosos detalles les
mandan mi hermana y mi cuñado cada fin de año, y por supuesto, siempre logramos ponerlos bajo el árbol sin que ellos
vieran.
Hace
un par de años, mi vecinito (el mismo del inicio de la historia) le hizo
algunos comentarios a mi hijo pequeño sobre el niño DIOS y los regalos que lo
inquietaron mucho, y de manera equivocada yo creí que era tiempo de decirle que
su versión no era cierta y que los regalos
son comprados por papá y mamá con la ayuda del niño DIOS, como le habíamos
dicho en un principio. Cometí un grave error, mi luz oscura yo los sentamos a
los dos a la mesa y les hablamos de esto, explicamos que éramos nosotros
quienes colocábamos los regalos bajo el árbol, y que Papa Noel no venía a la casa; no terminamos de decir esto cuando
mi hijo rompió en llanto, tal como se había roto su corazón mientras escuchaba
nuestra verdad, estaba desconsolado y fue desconsolador verlo así, yo sólo
había sentido tanto dolor por verle en alguna condición de fragilidad cuando
estuvo enfermo siendo un bebé, es que no paraba de llorar y de decir que no lo
podía creer, que era mentira lo que ahora
le decíamos, que era imposible que Papa Noel no existiera, pero sobre
todo no paraba de llorar – y mi corazón con él -. Debo decir que fue de las
peores experiencias que he tenido en mi vida, no habría querido nunca que ellos
forjaran esa falsa ilusión, pero había ocurrido, pero sobre todo no queríamos
robarle su inocencia, arruinar sus sueños, destruir su “magia”.
Pasaron
meses antes de que su tristeza se disipara, varias veces lo encontré llorando a
solas, y mi corazón lloró con él. El niño DIOS no trae los regalos, ni a mis
hijos, ni a nadie, por eso hay niñas y niños que no piden nada, porque no
llegará lo que piden. La verdadera NAVIDAD es espiritual, los regalos son una
tradición que no debemos atribuirle a la vivencia espiritual, de hecho los
regalos los trajeron los reyes magos al niño DIOS, deberíamos nosotros regalar
algo para él, más amor, más comprensión, más coherencia con su mensaje de
justicia e igualdad social, así todas y todos podríamos participar de los
regalos PARA el niño DIOS, no habría ser humano en el mundo que pudiera decir que
no tiene dinero para celebrar la navidad, esos regalos tienen otro valor.