Powered By Blogger

domingo, 10 de julio de 2011

YO TAMBIÉN ME HURGO LA NARIZ

“Por gente como tu es que este país está así”, de manera furiosa me gritó la señora que parqueando su carro sobre el andén me obstruyó el paso, sin reparos le reclamé y ella me dijo lo que ya saben, eso me hizo sentir más enojada, no porque yo sea un ramo de virtudes, sino por lo incoherente de la mujer, ¡ella me agrede con su automóvil, me obstaculiza el paso, se parquea en zona peatonal, y yo soy la mala ciudadana!

No crean que voy a hablar de otras personas, esto se trata de mí, desde hace bastante tiempo, en diferentes ocasiones, casi siempre en un salón de clases, he afirmado que para mí es un reto diario, como el de un adicto, ser coherente, y es que lograrlo se me hace tan difícil como necesario. Poder actuar de manera consonante o armónica con lo que siento y pienso es una tareota.

Casi siempre los seres humanos experimentamos algún tipo de disonancia (incoherencia entre la acción-emoción-pensamiento) que nos produce un nivel de malestar, que puede ir desde una ligera incomodidad a una verdadera dificultad, es esa desagradable sensación que puede sobre-cogernos cuando nos sentimos insatisfechos con lo que hacemos diariamente (pero lo seguimos haciendo), o la sensación de frustración que puede embargarnos cuando hacemos algo que ya habíamos resuelto no volver a hacer.

Ser coherente me permite estar más tranquila conmigo misma,sin embargo en la tarea que me propongo no siempre puedo separar lo cognitivo de lo afectivo, y ahí se complica la cosa, a veces siento tanto enojo que se vuelve contra mí una idea muy lógica, a la mujer del carro habría podido decirle mil cosas, dejándome llevar por mis sentimientos, afortunadamente controlé mis impulsos, le dije alguna cosa airada y decente y seguí caminando. Pero no siempre lo logro, a veces me descubro empujando un poco más brusco de lo necesario a alguien en las difíciles caminatas en el hervidero de gente y calor que es el centro de la ciudad a medio día; también puedo ser extremadamente dura con alguien que quiera venderme algo que yo no quiero comprar; nada más ayer de una sola halada casi suelto los hilos de la camiseta de mi hijo porque él no hacía lo que yo le había pedido ya varias veces. Pero eso sí... asumo que soy muy correcta, así como lo pudo asumir un defensor de derechos humanos que golpeó a su familia, o un funcionario público que condujo embriagado, o una empleada eficiente que tomó “prestado” un dinero de la caja menor en su trabajo.

No me da pena confesar que más que mi moral, me preocupa mi coherencia, es que antes entendí de un señor muy cercano, que tener un código de ética a prueba de balas, que garantice un comportamiento moral intachable en la vida pública, no te garantiza hacerlo en la vida privada, cuando no nos ven solemos hurgarnos la nariz y hacer lo que hacen los demás, cuando nos ven podemos ser muy correctos, pero cuando no nos ven, o cuando creemos que no nos ven algunas personas, sale el "coco" de la incoherencia, y somos capaces de gritar, de mentir, de maltratar y de hurgarnos la nariz, aunque no nos robemos nada de nadie, ni las ideas.

Si logro hacer mejor el ejercicio de ser coherente tendría que decir menos mentiras, sería más confiable, tomaría decisiones con menos inquietudes, podría ser ejemplo para más personas, podría tener mayor autoridad para hacer solicitudes o reclamos, seguro me sentiría más satisfecha cada día en el balance de la almohada, y no halaría la camiseta de mi hijo cuando no hace lo que le pido.

5 comentarios:

  1. un beso, sigue en la titanica lucha

    ResponderEliminar
  2. Tú eres pilar fundamental de la misma

    ResponderEliminar
  3. "ser coherente me permite estar más tranquila..." Gracias por esta síntesis.

    Aunque esta premisa en mi caso, la mayoría d ellas veces es una pretensión. A mi me preocupa más mi convencimiento que mi coherencia, algunas veces pienso que la coherencia es un estado muy relativo. La coherencia por la que tanto lucho puede provocar la intranquilidad de otros.

    ResponderEliminar
  4. Siempre una acción tiene reacciones, a veces podemos preveer algunas, pero jamás todas, la intranquilidad de otros podría ser, la mayoría de las veces, responsbilidad de ellos mismos.

    ResponderEliminar
  5. Gracia nuevamente, cada quien con lo que le toca responder. Cuando se provoca tanta distracción, tal vez sea para evadir responsabilidades. Me concentraré en mi coherencia y en mi responsabilidad. Gracias Dianita, mil gracias.

    ResponderEliminar