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lunes, 26 de diciembre de 2011

EL BAÚL DE LAS COSAS DE NAVIDAD (III)


EL REGALO DEL NIÑO DIOS:

Esta conversación ocurrió entre mi vecinito “Luis”, un adolescente de 13-14 años,  con cuerpo de grandote,  que vive cómodo, en una casa que está decorada de navidad desde la primera semana de noviembre,  que estudia en un colegio privado en el centro histórico de la ciudad, y  “Jaime”, un niño de 10 años, cuya voz aguda y corta estatura le hacen parecer de ocho años, que no tiene decorada su casa de navidad porque en la temporada invernal se inundó y puede volver a ocurrir en cualquier momento, y que está  ubicada en uno de los barrios más pobres de mi ciudad, que iba y venía todos los días durante sus vacaciones con unas chancletas porque no tenía zapatos (ya tiene) y por supuesto estudia en un colegio del estado.

“L”: ¿qué le pediste al niño DIOS?
“J”: nada
“L”: ¿por qué?
“J”: porque no
“L”: ¿no quieres nada?
“J”: no
“L”: eso es raro…

No escuché más, no necesité oír nada más, tal vez es que “Luis” no siguió preguntando, tal vez entendió que no todos  los niños pequeños creen que el niño DIOS va a traer algún regalo, precisamente porque no trae ninguno, o pudo ser que el mismo “Jaime” se encargó de explicarle, pero no lo creo porque es de pocas palabras. Para mí fue muy difícil asimilar el momento, yo sí creí en el niño DIOS y durante mi infancia hice carta y siempre recibí regalos, hasta que espiando, mi hermana y yo, descubrimos a nuestra madre colocando amorosa los regalos en nuestras camas, con total sigilo para no despertarnos.

En mi turno como madre, mi luz oscura y yo optamos por no decirle a nuestros hijos que el niño DIOS les traía regalos, siempre les dijimos que nos ayudaba para que los pudiésemos comprar, pero los amigos, la televisión, y el hecho de que ellos los encontraban siempre debajo del árbol sin notar cuándo eran colocados ahí, hicieron que su imaginación construyera la siguiente versión:

“mami – dijo el más pequeño - ya sé cómo llegan los regalos a la casa (aún ahora preguntan cómo lográbamos colocarlos sin que ellos se dieran cuenta), el niño DIOS los ayuda a ustedes a comprarlos, ustedes se los dan a Santa y él los trae empacados en la navidad”

A mí me pareció tan mágico y lo vi tan ilusionado que no lo saqué de su error, y le dije que yo no sabía bien cómo ocurría, que yo nunca había visto quién era, pero que seguro era algo parecido a como él lo pensaba. Con eso quedó contento, y yo también.

Afortunadamente para el mágico corazón de mi pequeño hijo siempre logramos comprar los regalos, siempre pudimos esconder la caja que llena de juguetes y hermosos detalles les mandan mi hermana y mi cuñado cada fin de año, y por supuesto, siempre  logramos ponerlos bajo el árbol sin que ellos vieran.

Hace un par de años, mi vecinito (el mismo del inicio de la historia) le hizo algunos comentarios a mi hijo pequeño sobre el niño DIOS y los regalos que lo inquietaron mucho, y de manera equivocada yo creí que era tiempo de decirle que su versión no era cierta  y que los regalos son comprados por papá y mamá con la ayuda del niño DIOS, como le habíamos dicho en un principio. Cometí un grave error, mi luz oscura yo los sentamos a los dos a la mesa y les hablamos de esto, explicamos que éramos nosotros quienes colocábamos los regalos bajo el árbol, y que Papa Noel no venía  a la casa; no terminamos de decir esto cuando mi hijo rompió en llanto, tal como se había roto su corazón mientras escuchaba nuestra verdad, estaba desconsolado y fue desconsolador verlo así, yo sólo había sentido tanto dolor por verle en alguna condición de fragilidad cuando estuvo enfermo siendo un bebé, es que no paraba de llorar y de decir que no lo podía creer, que era mentira lo que ahora  le decíamos, que era imposible que Papa Noel no existiera, pero sobre todo no paraba de llorar – y mi corazón con él -. Debo decir que fue de las peores experiencias que he tenido en mi vida, no habría querido nunca que ellos forjaran esa falsa ilusión, pero había ocurrido, pero sobre todo no queríamos robarle su inocencia, arruinar sus sueños, destruir su “magia”.

Pasaron meses antes de que su tristeza se disipara, varias veces lo encontré llorando a solas, y mi corazón lloró con él. El niño DIOS no trae los regalos, ni a mis hijos, ni a nadie, por eso hay niñas y niños que no piden nada, porque no llegará lo que piden. La verdadera NAVIDAD es espiritual, los regalos son una tradición que no debemos atribuirle a la vivencia espiritual, de hecho los regalos los trajeron los reyes magos al niño DIOS, deberíamos nosotros regalar algo para él, más amor, más comprensión, más coherencia con su mensaje de justicia e igualdad social, así todas y todos podríamos participar de los regalos PARA el niño DIOS, no habría ser humano en el mundo que pudiera decir que no tiene dinero para celebrar la navidad, esos regalos tienen otro valor.




3 comentarios:

  1. muy cierto manita... es a vecestan dolorosos tener que auto recordarnos que la navidad es NAVIDAD y no solo una fiesta mas

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  2. Ay Diana me reído de emoción con lágrima y todo. Tengo que admitir que me quedé en la ilusión de tu hijo en relación a la navidad y aún disfruto mucho del cuento, ahora con mi niña, porque Pabli ya sabe, pero porque los amigos le dijeron y "me toco decirle".
    Creo que lo supe desde muy pequeña, pero me gustaba tanto que me dejaran regalos sorpresas en mi cama...
    Como este es un blog de opinión...el mes diferente me gusta, los regalos deberían de llegar "para todos", al igual que el amor y la comprensión, porque la infancia es una maravilla y los juguetes son parte de esa hermosa etapa.
    Gracias por escribir estas lineas que me han regalado una mezcla de sentimientos.
    Besos
    Isis

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  3. Es motivo de gran alegría para mí recibir sus reacciones, gracias por dejarlas aquí, me gusta conversar y esta es una buena forma

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